martes, 15 de octubre de 2013

Crónica: La venta del Cojo a la Venta de Fuentenovilla

Ruta: La Venta del Cojo a La Venta de Fuentenovilla

Distancia: 12 Km.

Dificultad: Ninguna


Fecha: 6 de Octubre de 2013
Seguimos los caminantes haciendo El Camino de los Monjes. Camino que los monjes jerónimos utilizaron para comunicarse desde la casa madre de Lupiana en la Alcarria de Guadalajara con la nueva fundación de Guadalupe en las Villuercas extremeñas


A las 9 de la mañana ya estábamos tomando el café en el  Bar Antonio, frente a la abandonada Venta del Cojo que sigue en pie desafiando el paso del tiempo. Hoy caminaremos por la orilla del río Tajuña hasta llegar a La Venta de Fuentenovilla.


Las ventas surgieron de forma natural para dar cobijo y alojamiento a viajeros y comerciantes a cambio de un precio. También sirvieron para dar descanso a correos, peregrinos,  predicadores, titiriteros y a  muleros, arrieros y carreteros con sus caballerías. Estaban emplazadas en lugares de paso. A veces en cruces de caminos, otras en puertos, también junto a ríos y  vías de comunicación.


Con la implantación del ferrocarril a mediados del Siglo XIX, bastantes viajeros y mercancías dejaron de pasar por los caminos donde estaban emplazadas estas ventas y poco a poco fueron cayendo en desuso.


Yo pienso que todos le debemos un reconocimiento a su pasado porque son un reflejo de nuestra historia. A ninguna venta le faltaba su patio, su zaguán, sus alcobas, su fogón, su despensa, pajar y cuadra.

Por no querer pagar la venta Don Quijote, en el capítulo XVII de su célebre libro, se describe lo mal parados que salieron Sancho y él de una que Don Quijote confundió con un castillo encantado y de la que el escudero salió manteado.






 Situadas a cierta distancia de los pueblos, estuvieron abiertas y atendidas por  sus venteros siempre observadores y a veces desconfiados, pero a la vez orgullosos de haber mantenido conversaciones con múltiples viajeros junto a la chimenea de su zaguán en noches frías o fuera, en el patio, en las noches calurosa del verano.  
Desde La Venta del Cojo salimos andando los doce caminantes acompañados de Blacky, por la margen derecha del Tajuña. Este río que tiene 120 Km. de longitud y recorre las provincias de Guadalajara donde nace, cerca de Maranchón y la de Madrid donde desemboca, en el río Jarama, muestra un  paisaje muy variado en su transcurso con abundantes molinos harineros y presas.


El tramo que nosotros recorremos  hoy, en un día de otoño, soleado y claro, nos muestra el río  encajonado y bastante comido por la maleza de plantas como la zarzamora que ya muestra el fruto seco y los majuelos y tapaculos en plena floración que dan el tono de color a nuestro camino.


En algunos momentos caminamos tan cerca del río al que no vemos pero sí oímos en su corriente que vamos sombreados por sus chopos y arboleda, pues el valle se ha estrechado y a nuestra derecha, el monte de encinas, carrascas y quejigos se nos  acerca hasta nuestro propio camino. En estos montes de mediana altura que delimitan el fértil valle a ambos lados del Tajuña, en algunos puntos y en lo alto, afloran estratos calcáreos.  Campos de girasoles abandonados y de cereal cortado son el elemento dominante del paisaje y de vez en cuando, un hermoso nogal aparece a nuestro paso, aún con el fruto verde. En cambio, sí hemos comido manzanas, higos y uvas que eran una delicia degustar cuando aún mantenían el frescor de la noche.



Llevábamos caminando 6 Km. cuando en una encrucijada del camino apareció La Venta de Fuentenovilla. Para acceder hasta ella hay que cruzar el río por un puente de piedra en el que figura una inscripción donde se dice que fue construido en 1786, en tiempos de Carlos III. Este rey utilizaba esta venta para pernoctar con todo su séquito cuando viajaba desde Madrid a Cuenca. También dice que la construcción del puente se pagó con fondos propios del arbitrio de la villa de Fuentenovilla.


Delante de esta venta que está hoy en manos privadas y bastante bien rehabilitada, paramos a tomar la fruta y el trago de la bota. Poco después, abandonamos este lugar apacible y agradable para regresar por el mismo camino hasta nuestros coches.


Ha sido una marcha sin sobresaltos y buen ambiente por parte de los caminantes.



¡HASTA LA PRÓXIMA!



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