martes, 16 de abril de 2013

Crónica: Uclés






Salimos de Alcalá a la hora de costumbre; en la churrería de Torres de la Alameda nos dieron la bienvenida además de churros y café. No tardamos en seguir con dirección a Perales de Tajuña con destino Uclés, ya en la provincia de Cuenca.

Los termómetros marcaban cero grados cuando llegamos frente al ayuntamiento, donde nos hicimos la
foto de inicio.



Uclés tuvo un poderoso cas􀆟llo, situado en lo alto de un cerro, del que aún son visibles la torre albarrana,
un lienzo de muralla y dos torreones, además de una puerta de acceso al recinto fortificado, llamado
Arco de la Fuente. Conquistas y reconquistas marcaron sus días hasta que en el año 1174 Alfonso VIII, definitivamente en manos cristianas, la cedió a la Orden de Santiago.

El conjunto urbano se organiza en torno a la Plaza Mayor y a pesar de la evolución negativa de los últimos dos siglos, aún conserva varios magníficos ejemplos arquitectónicos, incluido el Ayuntamiento, con
fachada por cada. Pero el símbolo máximo de Uclés es la casa conventual de la Orden de Santiago, el
monasterio que mas tarde veremos. .

En el paseo de salida del pueblo observamos el cuidado y pulcritud de casas, como recién encaladas y

sus calles con limpieza y mantenimiento esmerado.

Nos dirigimos hacia el monte que hoy nos prestará su senda; haremos una pequeña parte del Camino
de Santiago y que en este sector se dibuja sobre una loma entre dos valles; el monasterio se hace omnipresente a nuestras espaldas.



El sol va venciendo al frío matinal cuando, ya pasada la Cañada del Gredal, llegamos a la casa en ruinas
del telégrafo de Uclés. El camino es muy agradable, con aspecto casi primaveral y flanqueado por pinos
jóvenes y vistas de los valles a ambos lados.


A mitad de camino nos cruzamos con un rebaño de ovejas y conversamos unos momentos con el simpático pastor.


En el monte vecino hacia el este podemos observar el parque eólico del que Perez Reverte decía en
2009: “Y acabo de enterarme de que hay un proyecto, apoyado por la Junta de Catilla‐La Mancha, para
instalar un parque eólico con torres de 121 metros de altura a tres kilómetros y medio de allí, (Uclés)
sobre la sierra vecina. Reventando no sólo ese magnífico paisaje histórico y natural, sino también el del
cercano parque arqueológico de Segóbriga. Con fondo de molinillos dando vueltas. Flop, flop. Imaginen
la foto”.
En efecto, el parque está allí en la actualidad, en el escenario de dos batallas importan􀆡simas en la historia
de España: Contra los musulmanes y siglos después contra los invasores franceses. Hay que señalar
en este punto que también el AVE con su cicatriz en el terreno se ha cobrado su tributo a cambio
de velocidad.
Llegado el momento del merecido descanso, recobramos las fuerzas con unas frutas y recordamos a
los compañeros Flor y San􀆟ago ya que son los donantes del caldo “made in La Mancha” que porta hoy
la bota, ¡gracias compañeros!. Hicimos buen uso de él.




De regreso por la misma vía pero con Poniente a nuestra derecha, podemos ver Tarancón en la lejanía.
Ya de regreso en el casco histórico observamos algunas casas digamos que singulares.


Es el momento del monasterio, nos hará de guía Ana. Hay que significar que nuestra guía fue alcaldesa
de Uclés en el periodo 2007-2011 encabezando la lista del PP.
Historia: El cerro sobre el que se asienta el monasterio, acogió ya en la Antigüedad un castro cetíbero.
Fueron sin embargo los musulmanes quienes construyeron una fortaleza con imponentes parapetos
defensivos, algunos de los cuales se pueden observar aún hoy en día. Tras ser defintivamente conquistado
por los cristianos, el rey Alfonso VIII cedió en 1174 el castillo a la Orden de Satiago, convirtiéndose
en su casa matriz. Con el paso del tiempo, se fue constituyendo un intrincado conjunto de dependencias
en las que residían los miembros de la orden, que se unieron a la fortaleza y a la iglesia construida
tras la conquista cristiana.
Tras el fin de la Reconquista, el conjunto de edificios sufrió una remodelación radical, que acabó con
gran parte de los elementos defensivos del castillo (no así con las murallas, que aún se conservan: una
primera muralla protegía la antigua huerta, regada con las aguas del río Bedija; una segunda, actualmente
en muy mal estado, deja aún entrever su disposición en forma de dientes de sierra) y le dio el
aspecto actual.
La construcción del monasterio se inició el 7 de mayo de 1529, durante el reinado de Carlos I (la corona
había adquirido en el siglo XV el maestrazgo de la orden), comenzando por el ala este, que es de
es􀆟lo plateresco. Las trazas originales son de Enrique Egas. En el úl􀆟mo cuarto del siglo XVI comenzó la
construcción de la iglesia de es􀆟lo herreriano. Avanzado el siglo XVII las obras del pa􀆟o, la escalera
principal continuaron, al tiempo que se concluían las alas oeste y sur. La obra finalizó en 1735, bajo el
reinado de Felipe V, elevándose un cuerpo la nave oriental y terminándose la portada principal, que es
de es􀆟lo churrigueresco.
Para su construcción se utilizó piedra de Cabeza del Griego (Segóbriga), sobre todo en la fachada oriental.
En 1836, con la desamortización de Mendizábal, la Orden de Santiago tuvo que abandonar el edificio.
A principios del siglo XX se destinó el monasterio a colegio de segunda enseñanza y más tarde a noviciado
y colegio de agus􀆟nos, hasta que en 1936 fue saqueado y destrozado interiormente, instalándose
luego en él un hospital provisional. Terminada la Guerra Civil, se dedicó a cárcel para presos políti-
cos entre los años 1940 y 1943, en cuyo periodo murieron más de trescientos presos fusilados o a causa
de diversas enfermedades y fueron enterrados en una zona externa al monasterio conocida como
«La Tahona». Desaparecida la prisión al cabo de esos años, fue restaurado y recibió en octubre de
1949 el seminario menor del obispado de Cuenca, con el nombre de Seminario Menor "Santiago Apóstol".

El artesonado de su refectorio, tallado en madera de pino melis, está compuesto por 36 casetones
que corresponden a 36 bustos de maestres, priores y caballeros de la Orden. Destacan entre ellos el
dedicado a don Álvaro de Luna (que en lugar de su efigie con􀆟ene una calavera coronada rodeada de
la inscripción "VOSOTROS NOBLES BARONES, SABED QUE A NADIE PERDONO", referidas a la muerte) y el de Carlos I que ocupa el lugar central con sus atributos imperiales: una espada y un orbe. En el
lado sur figura un escudo de España.



La an􀆟gua sacris􀆡a 􀆟ene dos naves formando ángulo recto. Tiene una bóveda de crucería con elementos
ojivales. Las labores platerescas cubren frisos, columnas y pilastras.
La iglesia es obra de Francisco de Mora (discípulo de Juan de Herrera, arquitecto de El Escorial), que
estuvo al frente de las obras durante 22 años. Por eso se le denomina a veces al monasterio el Escorial
de la Mancha. Es de cruz la􀆟na y 􀆟ene una sola nave, con cinco tramos y un coro elevado. Tiene 65
metros de larga y 12 de ancha. El crucero es más alto y se cierra en forma de linterna. La cúpula es de
media naranja y está adornada con gajos sobre pechinas, es de Antonio Segura. El crucero está separado
por una verja decorada con las armas reales y la cruz de Santiago. En su única nave se forman
capillas laterales intercomunicadas, que forman como dos naves laterales. Su construcción se terminó
en 1598.
El retablo mayor original era de es􀆟lo greco-romano con tendencias barrocas y de él se conservan restos
en su parte superior. Fue encargado a Francisco García Dardero. El resto fue destruido durante la
guerra civil y luego reconstruido en escayola. El cuadro que preside el retablo es de Francisco de Ricci,
pintor de cámara de Felipe IV, y ha sido restaurado recientemente.
El Panteón. Entre la sacristía y la iglesia se halla la entrada a la cripta, que tiene forma de cruz la􀆟na.
Hoy está des􀆟nada a teatro y no quedan restos de enterramientos. La antigua iglesia fue sepultura de
ilustres personajes de la Orden de Santiago. Allí se enterró a Doña Urraca, al Maestre Rodrigo Manrique
y a su esposa, así como a su famoso hijo Jorge Manrique y muchísimos personajes más de la Orden.
Hoy no se sabe exactamente dónde reposan estos restos. Al construirse la actual iglesia (1602)
los sepulcros existentes en la iglesia de Santiago fueron reubicados en un subterráneo de la misma al
cual se bajaba por una escalera de 80 escalones que había en una capilla debajo del coro.
Se discute si en una celda de la cripta que hay debajo del altar mayor estuvo preso Francisco Quevedo,
hay opiniones para todos los gustos.


Concluida la extensa visita, por otra parte incompleta y que Ana se ofreció a terminar en otra ocasión,
que a mi juicio debemos aceptar por lo atractivo del tema, llegamos exhaustos a la tienda de D. Emilio.
Mano de santo a esas horas: Paté, queso, ajo arriero, mantecados y de beber vino y resoli nos pusieron
al día la cuenta de resultados del estómago.
Finiquitamos el asunto con la caña habitual y ya en la Plaza Mayor, y sin remilgo alguno nos comimos
los hojaldres de manzana que preparó Antonio, lo sé de buena fuente.





Pero todavía esta jornada nos deparaba una
alegría mas: El escudo creado por Jose Luis
Sorprendente ¿no?

¡HASTA LA PRÓXIMA!








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